RED DE VOLUNTARIADO DE APOYO SOCIAL A LAS FAMILIAS DE NUEVOS VECINOS Y MUSULMANAS EN VALENCIA.


Dijo el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él:

“Quien quita el sufrimiento de esta vida a un hermano,
Dios le quitará a él un sufrimiento del Día Final.
Quien le facilita a un necesitado,
Dios le facilitará a él en esta vida y en la otra.
Quien resguarda un hermano,
Dios le resguardará en esta vida y en la otra.
Dios siempre está en ayuda del siervo,mientras este siervo este ayudando a su hermano.”




lunes, 29 de marzo de 2010

" Queremos alejar a los chavales del deseo de emigrar», dice su educador.

Una asociación marroquí acoge a 180 jóvenes abandonados y los forma para que sean artistas

Foto: ZACARÍAS GARCÍA
Jóvenes de la calle acogidos ensayan en la carpa de la AMESIP.
Hajar Byad sustituyó la calle por el circo, y el pegamento –la que era su droga– por una cuerda sobre la que camina casi siete horas al día. No fue fácil el cambio, sobre todo para quien lo consiguió: su educador social, Laicha. Congoleño de nacionalidad, Laicha llegó a Marruecos hace más de una década para acabar sus estudios de agente social. Desde entonces y con su seductora palabra, sale casi a diario a la caza de niños desamparados que deambulan de aquí para allá, tocando las ventanillas de los coches, con un paquete de pañuelos en una mano y un bote de pegamento en la otra. Por cada caja ganan menos de medio euro, y solo esnifando consiguen entumecer las muchas miserias que les rodean y las muchas más necesidades que no pueden satisfacer. Con la cola, se olvidan de lo más importante: de que tienen hambre.

Esta es la vida de los niños de la calle, la que le tocó vivir a Hajar. Para esta chica hoy son solo recuerdos, pero aún intactos. Las marcas en la cara, las manos y los brazos de los enfrentamientos con otros pequeños que sobreviven en las mismas condiciones, castigados por la pobreza. La dureza del asfalto sobre el que, a veces, se echó a dormir. Los días en los que no pudo coger el sueño. Las veces que hurgó y hurgó en la basura sin éxito… Esas imágenes no las puede borrar.

Eso fue hace menos de un lustro, cuando Hajar, con solo nueve años, lideraba una red de pequeños que buscaban qué llevarse a la boca. «Mi madre murió, mi padre no trabajaba y, con tres hermanos, no podía hacer otra cosa», dice jugueteando con una bola de malabares. Cambio inesperado. Un día, de forma inesperada, se vio sentada junto a Laicha, y gracias a él, un año más tarde, se vio haciendo piruetas de vértigo y saltos acrobáticos en la escuela del circo Shem’sy, en la ciudad de Salé, junto a Rabat.

Se trata de una alternativa que la Asociación Marroquí de Ayuda a Niños en situación Precaria (AMESIP) ofrece a los menores para darles un futuro, en la que Hajar acabó integrándose tras varios meses de arduo trabajo.Laicha es su educador social y el de todos los niños de esta escuela. «Convencerles para que visiten este lugar es muy complicado. Ese primer paso se hace eterno; por eso, hace falta mucha paciencia», explica. «Les tanteo y luego les animo a que nos visiten asegurándoles un lugar para descansar, un plato de comida y juegos. Luego les deleito mostrándoles eso», dice señalando la carpa blanquiazul donde 180 niños y jóvenes rescatados de la calle tratan de reorientar sus vidas convertidos en artistas del circo.

Laicha conoce bien la miseria del continente africano, la principal responsable de las miles de víctimas a bordo de cayucos o pateras: «Queremos alejar a los chavales del deseo de emigrar y que vean las posibilidades de futuro que tienen en este país», sostiene. Se detiene un momento para pensárselo dos veces, medio cierra los párpados y añade: «Y también sacarlas a ellas de la prostitución». Alrededor de 25.000 niños marroquís malviven siendo objeto de explotación sexual y laboral.La creación de esta escuela y de un circo profesional «no podrá ayudar a todos», pero «es un comienzo», insiste Laicha. Dice que el centro se levantó con la «ilusión» de convertir a niños vulnerables en «futuros artistas», pero más ilusión le produce que muchos de ellos «ya están representando números en una compañía de Marraquech».

Expresión y disciplina«Solemos trabajar con niños huérfanos, de padres alcohólicos o directamente abandonados. Muchos no saben leer ni escribir, y por eso ofrecemos un programa de alfabetizació . Los que tienen dotes de artista son desviados directamente al circo, donde aprenden expresión corporal y disciplina», explica el educador.En los últimos meses, los jóvenes ensayan de forma desenfrenada. Está previsto para julio el tercer espectáculo de la escuela, que están ideando los propios alumnos. Será cuando vuelvan a las calles de Salé, pero esta vez no será ni para esnifar ni para vender pañuelos, sino para mostrar a otros desamparados que la vida también puede ser trapecios, acrobacias y juegos malabares.
Autor: Beatriz Mesa

Fuente: El Periódico de Catalunya

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