El presidente visita el mayor país musulmán del mundo, donde vivió cuatro años en su infancia
ANTONIO CAÑO | Yakarta 09/11/2010
EL PAIS
Desde Indonesia, la mayor nación islámica del mundo, el país en el que pasó parte de su infancia y donde aprendió a convivir personalmente con la cultura musulmana, aunque nunca profesó esa religión, Barack Obama intenta lanzar un nuevo mensaje de concordia entre credos que en ocasiones parecen condenados a un conflicto de civilizaciones. En su caso, teniendo en cuenta la leyenda negra que su paso por este país ha provocado en torno a su figura, este es un mensaje también de esclarecimiento de su propia biografía.
El presidente norteamericano se dirigirá mañana de nuevo al mundo islámico, año y medio después de su célebre discurso de El Cairo , con intención de revitalizar la propuesta que hizo entonces para "un nuevo comienzo" de las relaciones con Occidente, distorsionadas y degradadas por el surgimiento del terrorismo confesional. Poco ha cambiado, en realidad, desde aquella fecha. La popularidad de Obama ha caído entre los musulmanes y la frustración es el sentimiento que ha prevalecido con paso del tiempo.
Obama no cree, sin embargo, que haya sido un trabajo inútil y está dispuesto a perseverar. "Nuestros esfuerzos han sido honestos y continuos. No hemos derribado todos los prejuicios, pero estamos en el camino correcto", manifestó el presidente. "Estamos construyendo puentes y ampliando nuestra comprensión con el fin de que todas nuestras relaciones con los países musulmanes no se limiten a los problemas de seguridad", añadió.
Obama intentará aportar en su discurso nuevas ideas, nuevos canales sobre los que concretar algunas iniciativas, a fin de que el esfuerzo no se limite al terreno de la oratoria, válido en 2009, pero insuficiente hoy. Los musulmanes están pidiendo pruebas de que las palabras de Obama pueden transformarse en hechos. Confían en su buena voluntad, pero no en su capacidad para cumplir sus promesas.
El problema palestino-israelí es, como siempre, el botón de muestra. Obama se ha convertido en los últimos meses en un fiero promotor del diálogo por la paz. Ha presionado al Gobierno israelí como pocos presidentes lo han hecho antes, especialmente para que congele la construcción de asentamientos en los territorios ocupados. Pero nada ha dado resultado. Los israelíes han reanudado las construcciones, y ayer mismo el presidente norteamericano tuvo que criticar esa decisión -"esta clase de actividades no ayudan", dijo- y lamentar que "las partes no estén haciendo el esfuerzo extra que se requiere para avanzar".
Pero la culpa de la inestabilidad de los puentes que Obama pretende tender con el mundo islámico no está sólo en un lado de la pasarela. También en el otro lado, en Estados Unidos, algunos sectores tratan permanentemente de minar los esfuerzos de la Casa Blanca. El mejor ejemplo es la polémica en torno a la supuesta confesión islámica a la que Obama se habría adherido durante su paso por esta ciudad, una polémica recrudecida después de que el presidente reconociera el derecho a la edificación de una mezquita en Manhattan cerca de la zona cero.
Obama ha llegado a Indonesia a la defensiva por culpa de ese debate. "No venimos a hablar del pasado sino del futuro", declaró durante la conferencia de prensa. Para certificarlo, el presidente evitó visitar la casa en la que vivió aquí entre 1967 y 1971 con su madre y su padrastro indonesio. Tampoco quiso tener contacto con sus compañeros de aquellos años ni con los familiares que dejó aquí.
El presidente estadounidense estudió en Yakarta en dos colegios distintos, ninguno islámico. Uno era un centro católico privado y el otro una escuela pública a la que acceden estudiantes de distintas confesiones. En ningún momento, como se ha dicho en Estados Unidos, realizó estudios del Corán ni, por supuesto, adquirió la nacionalidad indonesia ni la religión islámica. Durante sus años en Chicago acudía frecuentemente a una iglesia protestante. Ahora, en Washington, no está inscrito en ninguna iglesia pero ha hecho insistente manifestación de su fe cristiana.
Visita al país de su infancia
Obama ha regresado, 39 años después, al país en el que vivió entre los seis y los 10 años, entre 1967 y 71. Se ha mostrado "encantado" con el regreso a Yakarta, donde vivió, aunque admite que no ha reconocido gran cosa de la ciudad tras una ausencia tan prolongada. "Es maravilloso estar aquí", ha comentado, reconociéndose "algo desorientado" al percibir, durante el trayecto desde el aeropuerto, "un paisaje que ha cambiado totalmente" en cuatro décadas. "Cuando yo llegué la gente se movía en ciclo-rickshaws (pequeños carritos impulsados por un conductor en bicicleta)... Ahora está lleno de automóviles", ha insistido.
No obstante, sí ha dicho que "los olores, las sensaciones, todas son muy familiares". No obstante, ha declinado visitar la casa en Yakarta en la que vivió con su madre.
Usando palabras del indonesio, ha anunciado su intención de regresar de nuevo, esta vez con sus dos hijas, para que descubran "este magnífico archipiélago".
Usando palabras del indonesio, ha anunciado su intención de regresar de nuevo, esta vez con sus dos hijas, para que descubran "este magnífico archipiélago". No obstante, ha declinado visitar la casa en Yakarta en la que vivió con su madre.
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